Ida Delgado: 97 años de vida, trabajo y pasión por su restaurante “Los Deportistas”
La historia de una mujer del sur que convirtió el esfuerzo en legado en Valparaíso
Por François Pouzet de Emprendedor Chile
A los 97 años, Ida Delgado sigue llegando todos los días a su restaurante en Valparaíso. Camina lento, pero con decisión. Observa el movimiento, conversa con los clientes y se mueve como quien está en su casa. Porque, en el fondo, eso es Los Deportistas para ella: su casa, su vida y su historia.
“Ya me falta poquito para los 100”, dice con una sonrisa. Y cuando le preguntan cómo se siente al estar tan cerca de esa cifra, responde sin dudar:
“Yo me siento regia.”

Una infancia dura en el sur de Chile
Ida nació en 1928 y creció en el sur de Chile, en una zona rural donde la vida exigía esfuerzo desde muy temprano. Su historia no parte en una ciudad ni con comodidades.
“Yo estuve interna en el colegio en Río Bueno… donde yo vivía no había colegio. Había que caminar ene cantidad de kilómetros para llegar.”
Su familia tenía raíces en distintos puntos del sur, entre Río Bueno, Trapi y el sector del Lago Ranco. El trabajo y el comercio no eran ajenos para ella.
“Mi abuela tenía negocio en Trapi… entre Río Bueno y el Lago Ranco.”
Ese vínculo con el trabajo independiente marcaría su camino mucho antes de que ella misma se diera cuenta.
El viaje que lo cambió todo
A mediados de los años 40, siendo aún joven, Ida dejó el sur. No fue una decisión cómoda ni fácil. Fue una necesidad y una oportunidad al mismo tiempo.
“Llegué más o menos en el año 46… yo me vine con una tía.”
Ese viaje la llevó a Valparaíso, una ciudad intensa, exigente, llena de movimiento y trabajo. Ahí comenzó una nueva etapa de su vida.
Antes de ser dueña, fue trabajadora
Mucho antes de ser reconocida como la dueña de Los Deportistas, Ida fue empleada. Aprendió el oficio desde abajo, trabajando en distintos restaurantes del puerto.
“Trabajé primero en el Samoa… después en el Menzel… porque se ganaba más.”
“También trabajé en el Neptuno.”
“Yo trabajaba en la cocina.”
No eran tiempos fáciles. Eran jornadas largas, trabajo físico y aprendizaje constante. Pero esa experiencia fue clave: ahí entendió cómo funcionaba un restaurante, cómo se trataba al público y qué hacía que la gente volviera.
1962: el nacimiento de Los Deportistas
El año 1962 marcó un antes y un después en su vida.
“Yo llegué en el año 62 a Los Deportistas.”
Primero, el local fue arrendado. Ida trabajaba, ahorraba y apostaba todo a ese lugar. Con el tiempo, logró comprarlo.
“Arrendaba… después compré.”
Ese restaurante se transformó en su proyecto de vida. No solo era un negocio: era el lugar donde pasaba sus días completos.
Trabajo sin descanso: de la mañana a la madrugada
Durante años, la rutina de Ida fue extrema.
“Partía trabajando como a las 9 de la mañana… y terminaba a las 5 de la mañana.”
Los Deportistas se llenaba. No era un restaurante de lujo, pero sí uno querido.
“Aquí era un público… no de mucho dinero… pero esto pasaba lleno.”
“A veces yo me iba a las 5 de la mañana a acostar.”
No había fines de semana, feriados ni pausas largas. El trabajo era constante. Y aun así, nunca pensó en dejarlo.
“No puedo dejar de trabajar… porque yo vivo de esto. Todos los días tengo que estar aquí.”
El restaurante como casa y comunidad
Para Ida, Los Deportistas nunca fue solo un lugar donde se vendía comida.
“Es mi casa… yo vivo aquí.”
El restaurante fue creciendo junto a ella. Se amplió, se remodeló, se adaptó a los tiempos. Y también se transformó en un espacio familiar.
“Mi hijo nació aquí.”
“Ahora trabaja mi nieto.”
Además, hay personas que han estado con ella durante décadas.
“Tengo una niña que me trabaja como 30 años… de confianza.”
“Toda la familia trabajamos acá.”
La cocina, la especialidad y el sello
Los Deportistas se hizo conocido por su comida sencilla, abundante y honesta. La especialidad de la casa es clara.
“La especialidad de la casa: la lengua… la lengua nogada.”
Pero el menú siempre fue amplio.
“Se vende de todo.”
“Antes se vendía mucha cazuela de vacuno.”
Y aunque ha pasado toda su vida entre ollas y platos, Ida no lo duda cuando le preguntan por su favorito:
“Salmón con arroz.”
El secreto del éxito: atención y honestidad
Si hay algo que Ida repite como un mantra, es el valor de la atención al público. Para ella, ese es el verdadero corazón de cualquier negocio.
“Que atienda bien a la gente.”
“Que le tenga buena mercadería.”
“Y que no le cobre muy caro.”
Lo dice sin técnicas ni teorías. Puro sentido común, aprendido en décadas de trabajo.
“La atención… la atención.”
Un legado vivo
A los 97 años, Ida no habla de retiro. Habla de continuidad. De estar presente. De seguir siendo parte.
“Sí, sí me gusta esto.”
“Toda la vida tuve negocio.”
Su historia no es solo la de un restaurante tradicional de Valparaíso. Es la historia de miles de emprendedores chilenos que partieron sin nada, trabajaron sin descanso y construyeron algo propio con esfuerzo y constancia.
Hoy, cuando mira hacia atrás y también hacia adelante, Ida lo resume con la misma naturalidad con la que ha vivido toda su vida:
“Me ha ido bien. No tomo, no fumo, como poco… puro trabajar.”
Y con eso, a sus 97 años, sigue escribiendo su historia.
Ver video en Instagram:
Mapa para llegar:
Historias como la de Ida Delgado nos recuerdan que el emprendimiento no siempre nace de una idea brillante ni de una planilla Excel.
Muchas veces nace del trabajo diario, del amor por lo que se hace y de una conexión profunda con el lugar que habitamos.
Esa misma lógica —la del emprendimiento construido en familia, con paciencia, pasión y raíces— es la que está detrás de Viña Tipaume, un proyecto que también nace de una historia familiar.
A continuación, te invitamos a ver un capítulo especial de nuestro canal de YouTube, grabado en 2022, donde converso con mis padres sobre el origen de la viña, el amor por la naturaleza y el camino de emprender juntos. Hoy lo vuelvo a compartir como un homenaje y como una forma de conectar estas historias que, aunque distintas, comparten el mismo espíritu.
