Mi Vida en el Atletismo
A los 14 años descubrí el lanzamiento de jabalina, luego de haber probado otras disciplinas del atletismo, como el salto largo, las vallas y los 800 metros planos. Recuerdo muy bien que después de dedicar un verano completo a lanzar coligües de madera en el campo de mis papás, al volver al colegio, tomé una jabalina y, al lanzarla, les gané a todos mis compañeros.
Mi profesor de educación física me vio, y desde ese momento fui seleccionado para representar a mi colegio. Rápidamente conseguí mi primera medalla en un torneo, y de ahí en adelante empecé a entrenar cada vez más para seguir mejorando.
Dos años después, en 2004, clasifiqué a mi primer torneo internacional representando a mi país. Era el Campeonato Sudamericano Sub-18 en Ecuador, donde logré el tercer lugar con mi mejor marca de 61,29 metros. El primer lugar fue para Víctor Fatecha de Paraguay con 70,69 metros, y el segundo lugar para Adalberto da Silva de Brasil con 61,43 metros, quien, de hecho, me superó en su último intento.
Un año después, en 2005, en el Campeonato Sudamericano Juvenil en Buenos Aires, Argentina, logré el cuarto lugar. Fue una decepción para mí, puesto que tenía marca para obtener el tercer lugar, pero lamentablemente no fue mi día.
Desde que obtuve mi primera medalla, a los 15 años, prácticamente entrenaba de lunes a viernes y generalmente competía todos los fines de semana. El atletismo obliga a tener una fuerte disciplina y visión de largo plazo. Es la única forma de mejorar y obtener buenos resultados.
Al salir del colegio y entrar a la universidad, quise seguir compitiendo. Mi gran meta era clasificar al Campeonato Mundial Juvenil que se realizaría en Beijing, China, en 2006.
Ese año decidí entrenar con Dulce Margarita, una cubana que también había sido lanzadora de jabalina y que vivía en Chile. Era la entrenadora de Natalia Ducó.
Los resultados no tardaron en llegar y en varios torneos estuve muy cerca de conseguir la tan anhelada clasificación. La marca que exigían era 66,50 metros y había estado muy cerca de conseguirlo en dos torneos anteriores: primero con 65,68 metros en Copiapó, y después con 65,31 metros en Brasil.
Finalmente, pude conseguir la marca mínima en el último torneo posible. Era el 29 de julio de 2006, en un torneo en el Club Manquehue. En mi sexto y último lanzamiento, cuando pensaba que había fracasado, ocurrió el milagro con un lanzamiento de 67,84 metros. Con esa marca, además de la clasificación al Campeonato Mundial, también conseguí el récord nacional de la categoría juvenil.
Fuimos tres los seleccionados nacionales. Junto conmigo estaban Natalia Ducó e Ignacio Guerra.
En el Campeonato Mundial no obtuve el resultado que quería; problemas en la organización de parte de nuestro país provocaron que mi compañero Ignacio Guerra, también lanzador de jabalina, no estuviera inscrito para competir. Nos enteramos de eso minutos antes, y eso provocó que tuviéramos que hacer las gestiones para solucionar el problema, afectándonos en la preparación previa a la competencia.
Al año siguiente, conseguí mi mejor marca personal, con 72,15 metros, lo cual quedó inmortalizado en el siguiente video:
Finalmente, en 2009 decidí dejar el deporte para enfocarme en mis estudios como Ingeniero Comercial de la Universidad de Chile. Para mí, el deporte ha sido una parte fundamental de mi vida y me ha proporcionado herramientas clave para mi vida profesional y, actualmente, emprendedora.